viernes, 20 de junio de 2008

colores


Clarita

jueves, 12 de junio de 2008

El extraño caso del diamante

El señor Juan Carlos Ricachón se mudó a la ciudad de Valle de Oro, con sus grandes riquezas y el diamante más grande del mundo. Al llegar al pueblo se dio cuenta de que debía proteger sus riquezas de algún modo, por lo que contrató a Horacio de la Lupa, un detective tan inteligente como valioso el diamante que debía proteger. No había habido caso que Horacio de la Lupa no hubiese resuelto, y así se suponía que iba a ser esta vez.
Todo iba bien, hasta que una mañana lluviosa de verano, el diamante desapareció. Era el turno de Horacio; comenzó a investigar cuidadosamente. Parece que el ladrón también era muy inteligente, no había dejado ni rastro, ni huella. Nada. La policía no tardó en llegar.
_Ha sido el mayordomo- Opinaba decidido un policia.
En realidad, Horacio no estaba de acuerdo, pues tendría que ser demasiado inteligente como para no dejar rastros, pero eso era también una de las razones por las cuales Horacio sentía profundo enojo. "¿Cómo era posible que sea tan inteligente como yo?"- Se preguntaba. Horacio no se distrajo más, comenzó a buscar pistas:
_Es claro que el ladrón usaba guates-pensaba Horacio._Y...¡VAYA! Una ceniza, es la mism marca de tabaco que uso yo...El ladrón es inteligente, pero se que ha salido por la ventana, pues está abierta.
Horacio no dejaba de preguntarse, ¿Quién en el pueblo puede llegar a ser tan inteligente como yo? ¡NADIE!
Muy enojado, Horacio se la pasó todo el día encerrado en su oficina escuchando la lluvia, haciendo en papeles cuentas sin sentido y arrojándolas al cesto.. Es que estaba muy confundido, no había forma de resolver este caso, jamás se había enfrentado a un ladrón tan audáz. Horacio penso:
_La única persona capáz de robar un diamante tan valioso con tanta perfección soy yo, pero eso sería imposible...¿Verdad? Si...si...claro que sería imposib...b...¡CLARO!-
Horacio subió al auto. Se dirigía a su casa. Llegó y se dirigió a su habitación secreta. Corrió un estante, marcó su huella digital y luego una biblioteca se corrió, había una puerta, Horacio entró y se encontró con el diamante. Es que el era sonámbulo, había robado el diamante con total perfección y no podía superar su propia inteligencia. Parece que luego de eso lo había llevado a su casa, por la ventana. Horacio subió al auto y fue a entregar el diamante a Juan Carlos Ricachón y decirle a la policía que todo había sido un mal entendido.

Ana Pearson Olazabal